26/12/08
23/12/08
Feliz Navidad
La Fille Sur Le Pont - Patrice Leconte, 1999
Feliz Navidad a todos y que tengáis un buen año 2009. Seguid buscando vuestra suerte, no esperéis por ella.
20/12/08
Esperanza
Esperanza era una niña preciosa. Tenía un cabello rizado del color del sol y deslumbraba con sus bucles al siempre asombrado gentío que la admiraba a su paso. Sus ojos eran verdes, enormes y brillantes, relucientes como dos esmeraldas engarzadas en una tez rosácea y limpia. Esperanza era, ya de niña, perfecta.
A Esperanza, cuando era joven, le encantaba jugar. Jugaba sola o con otros niños, incluso a veces jugaba con los mayores. Era jovial, viva, alegre, siempre tarareaba alguna cancioncilla o iba de un lado a otro saltando y correteando. Pero tenía un defecto, era una tramposa. Esperanza era muy inocente, nunca hacía daño a nadie a conciencia, pero le gustaba mucho ganar, creía siempre tener razón y acababa haciendo trampas para conseguir todo lo que se proponía y, en consecuencia, los otros niños se cabreaban y la dejaban sola, aunque pronto volvían a jugar con ella, porque era muy difícil no caer en el espectro de alegría y felicidad que la rodeaba, además de que lo hacía siempre sin malas intenciones.
Cuando creció, Esperanza se convirtió en una mujer perfecta, bellísima y al igual que cuando era pequeña, muy alegre. Todos la querían, Esperanza era la amiga perfecta, siempre animaba a todo el mundo, siempre daba consejos y nunca decía que no a alguien indeciso. Pero Esperanza no sabía lo que hacía. Seguía siendo igual de inocente que de niña y no se daba cuenta que los consejos que daba acababan haciendo mucho daño a la gente. Consejos de trabajo, de amor o incluso de salud. Muchos consejos que ella daba acababan siendo un fracaso en las vidas de sus amigos y conocidos, porque ella era demasiado impetuosa. Alocada, dirían algunos si no llegasen a ver su rostro angelical. Esperanza no se daba cuenta de que hacía mucho daño a la gente con falsas ideas, con proyectos e ilusiones que ella les animaba y les aseguraba que funcionarían. Esperanza era buena, pero se guiaba y dejaba guiar al resto por el corazón. Muchas veces, tras fracasar luego de ser aconsejados por ella, la gente se enfadaba e incluso había quién decía que la odiaba y nunca volvería a hablarle… pero siempre volvían.
Años después Esperanza se convirtió en una venerable anciana, con una belleza aletargada y guardada en el alma que nunca ninguna mujer tuvo antes. Su vitalidad era la misma, y el paso de los años le proporcionó las palabras ideales para que todos sus consejos, que solían ser castillos en el aire, sonasen de una forma irrechazable. ¡Que bien hablaba Esperanza! Esa mujer, conservada por el tiempo como una estrella incandescente que nunca se apaga seguía viviendo con la misma alegría que cuando era una preciosa niña de parvulario.
Cuando Esperanza murió mucha gente acudió a su entierro, mucha gente lloró junto a su tumba y muchos otros se sintieron perdidos y desamparados. Pero unos pocos, quizá los que más conocían a Esperanza, tras sentirse apenados decidieron sobreponerse y olvidarla, porque por su culpa habían fracasado, sufrido y llorado durante todas sus vidas. A partir de ese día, nunca más volvieron a hablar de Esperanza, nunca más recordaron su nombre, su rostro o sus palabras. Y nunca fueron tan felices como el resto de sus vidas sin Esperanza. Sin esperanza.
18 Oct 2006
15/12/08
¡Al Ladrón!
El cine nos ha dejado películas de ladrones y estafadores de vitola de calidad. Desde la punta de pistola oscura e intimidante hasta los planes magistrales trazados en prodigiosas mentes criminales, los robos se han sucedido en la gran pantalla (y en la pequeña, faltaría más) prestándonos momentos legendarios para la altiva historia del cine.
Una de las mejores películas de ladrones y estafadores "El Golpe" Robert Redford y Paul Newman ponen en escena a dos artistas del birle, tan solo dos años después de "Dos hombres y un destino", otra legendaria película de dos de los más grandes actores que ha dado la cuna de actores americanos.
Por su parte, Steve McQueen nos dejó "La Gran Evasión", una historia bélica muy bien aderezada con las artes del robo y engaño de un cuerpo militar a imitación de los mejores capos del lumpen.
Pero lo cierto es que han sido en estas dos últimas décadas cuando nos han llegado algunas de las mejores películas de ladrones que se han realizado hasta ahora. Con Robert de Niro nos sumergimos en el mundo de la apropiación de lo ajeno con más o menos ética en "The Score", "Heat" y "Ronin". Tres películas bien logradas, aunque en general demasiado basadas en la acción y el la tracción motora a toda velocidad. Otras dos películas igualmente poco refinadas aunque algo más canallas son las que nos trajo Tarantino: "Pulp Fiction" y "Reservoir Dogs", genialidades sacadas de la manga de uno de los mejores y más complejos directores del momento. Sin escatimar en sangre, los ladrones hacen su trabajo de forma más o menos efectiva, y aunque esto sólo sirva de pretexto para las maquiavélicas intenciones de Quentin, este nos da una buena ración de pillaje sin ambages.
Pero las que quizá sean las grandes películas de ladrones de nuestro tiempo han sido dirigidas por Steven Soderbergh: La saga de Ocean's. Las tres películas forman una trilogía comercialmente extendida y demasiado explotada, pero combinando dotes de genialidad en el arte del timo y el teatro, que sustentados con millonarios planes de acción, nos sumergen en el mundo más meticuloso del robo a gran escala, con la sutileza del ladrón de guante blanco y la elegancia de Sinatra (que inició en realidad la saga, aunque con más pena que gloria, siendo justos).
Para acabar, también nos quedan un par de películas de falsificación y engaño, como son "Atrápame si puedes" del prolífico Di Caprio y "Los falsificadores", producción europea de novísima creación y con calidad suficiente en el submundo del hampa aunque envuelta en la dramática situación de la alemania nazi.
Los robos a mano armada se hacen a un lado ante los buenos artistas del género. Para ser un buen ladrón hay que ser buen actor y para ser actor, en definitiva, hay que ser un profesor de la falsedad, y esto, mi obstinado amigo (a quién va dedicada esta entrada), lo sabes tú mejor que nadie.
8/12/08
Sin poder dormir
No veo más allá de mis propias cavilaciones oscuras, de las locuras de un borracho, del momento en que reprimo un grito, un infatigable motivo que arriesga mi propia cordura para conseguir nublar mis pensamientos cada segundo, cada minuto, cada momento noctámbulo en el que quiero olvidar todo y hacer desaparecer los fantasmas de Morfeo.
La noche sigue su curso, un indómito crisol cargado de sensaciones hasta ahora olvidadas vierte en mi alma deseos corrosivos, y sigo sin poder dormir.