31/10/08

Cicatería intelectual

Deportes, televisión, parejas. Los tres grandes placeres del vulgo que acaparan todo el espectro intelectual al que aspiramos. Tres placeres irresistiblemente eficaces y esenciales, que se extienden a través de la sociedad como una neblina densa y gélida y bullen entre el populacho con ponzoñoso rigor. La gente, en definitiva, es idiota.

Cada día me resulta más complicado encontrar entre la gran masa social de mi entorno más o menos cercano a gente que se escape de los patrones preformados de estilo, interés y gusto. La sociedad se estandariza como cualquier proceso productivo y se modifica en función del negocio requerido, generando elementos idénticos, sencillos, de usar y tirar, que funcionan sin complejidad, no se quejan demasiado y son fáciles de sustituir o modificar. Una palestina, una camisa rosa, un grueso anillo dorado, una camiseta o un peinado generan un denso campo gravitatorio para masas encefálicas vacías que caen atrapados como moscas. Desde camisetas del Ché hasta cocodrilos estampados en un fondo rosa, se ha perdido el estilo, la originalidad, la evocación de lo genuino.

Desde los neófitos lechuguinos con un severo déficit de autosuficiencia y unos hormonados niveles de ignorancia hasta los veteranos y consolidados elementos 'auténticos' de la moda en cuestión, la falta de interés por lo espiritual y lo fecundo se extiende por la sociedad como una mala peste, un mal olor en una habitación sin salida, un cadáver bajo el sofá.

Leer un libro, ver una buena película, aprender un idioma, sentarse ante el mar, un amanecer, relajarse y tan solo pensar, charlar, una buena canción, viajar, soñar despierto y sobre todo, tener ambiciones intelectuales son los pilares básicos de una dieta sana para el alma, que cada día, un autobús, una cola en la panadería o un 'pub' nos enseña que está más descuidada y marchita, renegada a la mediocridad y al olvido, al desaliento y a la muerte.

Y aquí estoy yo, siendo incluso peor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si meu querido doc, namais que somos zombies que comemos a mesma carne, deambulamos sen sentido coma bo rabaño que somos, e perdemos interese polos pequenos detalles que ao fin e o cabo son os que fan a vida xenuína, autentica e interesante. Somos meros productos fabricados de anteman nunha gran cadea, e o defectuoso é detestado ou volve pasar polo proceso productivo pra ser refinado. Asi funciona este pequeno planeta, e por moito que un trate de desafrouxar as torcas, a máquina susténtase e xira sen compasión cara unha desmesurada apaticidade e superficialidade.
Aproveitar cada momento que nos brinda a vida ao noso xeito, sen complexos nin prexuízos ou gasolina e lume pro mundo.

Por certo, gustoume moito o texto.