Cuando no se tiene nada que contar es mejor estar callado. Suelo seguir esa norma, a pesar de los epítetos con los que soy condecorado al hacerlo. No obstante, mi espontánea impertinencia me obliga a quebrar el mortecino silencio de la palabra escrita del 'blog' para poder dar rienda suelta a mis ganas de escribir desaliñadas por la falta de inspiración.
Los pasados días, marcados por el sol han sido plaza para la carnavalesca y la concupiscencia, ofreciendo un vacuo espacio entre las responsabilidades, tanto para relajarse como para excederse, que suele ser más habitual. Entre tanto, mi vanidad me arrastró de nuevo a la devoción por el cine y en particular por ese hombre viejo y feo, con cara de duro, que convertido en un abuelo con los pantalones muy por encima de la cintura, sigue inspirando respeto con sus facciones marcadas y sus ojos de acero azulado. Clint nos regala, una vez más, dos piezas de cine de primer nivel: Gran Torino y El Intercambio. Dos películas mucho más que recomendables para esas tardes de lunes, viernes o sábado que quedan olvidadas en una siesta o una sesión de caja tonta.
En cualquier caso, la inspiración sigue sin aparecer, paso los días como las noches, sin trabajar demasiado, sin descansar demasiado, a caballo entre el sueño y la conciencia las veinticuatro horas del día. No divago, musito mentalmente.
Pido disculpas por enturbiar el ambiente de paz que reinaba sobre el fondo negro. La próxima vez os contaré algo de verdad. De verdad de la buena.
PD: Sólo el xilófono me aupa en tardes así.
Los pasados días, marcados por el sol han sido plaza para la carnavalesca y la concupiscencia, ofreciendo un vacuo espacio entre las responsabilidades, tanto para relajarse como para excederse, que suele ser más habitual. Entre tanto, mi vanidad me arrastró de nuevo a la devoción por el cine y en particular por ese hombre viejo y feo, con cara de duro, que convertido en un abuelo con los pantalones muy por encima de la cintura, sigue inspirando respeto con sus facciones marcadas y sus ojos de acero azulado. Clint nos regala, una vez más, dos piezas de cine de primer nivel: Gran Torino y El Intercambio. Dos películas mucho más que recomendables para esas tardes de lunes, viernes o sábado que quedan olvidadas en una siesta o una sesión de caja tonta.
En cualquier caso, la inspiración sigue sin aparecer, paso los días como las noches, sin trabajar demasiado, sin descansar demasiado, a caballo entre el sueño y la conciencia las veinticuatro horas del día. No divago, musito mentalmente.
Pido disculpas por enturbiar el ambiente de paz que reinaba sobre el fondo negro. La próxima vez os contaré algo de verdad. De verdad de la buena.
PD: Sólo el xilófono me aupa en tardes así.
3 comentarios:
ola Hector!
alegria alegria q es fin de semana!
E na,lerele, Taboaba segue fumando, dou fe.
ei ei ei, apareces en la cabecera?!?! jajajjajaj, wapiiiiiiiisimo, jajjaja.
I (heart) Tony Soprano.
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