1/1/09

Del 2009 al 1920.

Es uno de Enero. Las travesuras intestinales de mi compadre y los desmanes lúdicos de la población colindante hicieron comenzar el año, ya de madrugada, con pie izquierdo. La huida al sobre resultó un trastorno, ya que la familia menos marchosa del condado todavía seguía en la mesa, y a golpe de licor, política y chismes de segunda aguantaban el tipo y vencían a un joven y desalentado veinteañero.

El día amaneció gris, pálido y mortecino. Húmedo. Entre bits y chips transcurrió muy a modo la mañana, casi como si el tiempo se ralentizase. Los Soprano amenizaron las horas previas a la comida: marisco y bacalao al horno. Un homenaje a un Manuel y medio.

La tarde, horriblemente pesada. El ambiente cargado me tornaba macilento mientras Los Soprano, de nuevo, aumentaban algo mi miopía en favor de aliviar un poco el tedio. La noche prometía poco. La cama rogaba cansina por temprana compañía... pero algo pasó.

Navegando a través de internet a causa de los despojos de mi memoria encontré sin demasiado esfuerzo una de esas cosas que tienen una utilidad nula y un valor sentimental infinito. Un documento oficial de 1920 que reflejaba la entrada de mi abuelo (no, ese no, el paterno) en Estados Unidos. La Isla de Ellis fue su recibidor principal, que le dio entrada al viejo Nueva York de los años veinte llegando desde la vieja Habana.


El significado es casi paupérrimo, pues el mencionado hombre (Raimundo, para más señas) volvió al cabo de pocos años de vuelta a España, a una descarriada y minúscula aldea de la provincia de Lugo. No obstante, mis propias ambiciones se ven reflejadas en ese documento, la búsqueda de algo más, de una vida nueva y quizá, quien sabe, de un no retorno. El romanticismo que a un servidor le devuelve ese viejo documento que hace casi un siglo fue firmado para permitir la entrada a ese extraño país a mi propia progenie, me confiere la valentía y el deseo suficiente para seguir sus pasos (los primeros al menos) y, quizá, algún día, hacer realidad su fallido proyecto americano.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hai que ser valentes e asumir riscos nesta vida, a vida hai que vivila, e por qué non poder facer realidade un soño que está ao alcance da túa man, que só depende de ti.

Anónimo dijo...

A noite de fin de ano nunca é cmo parece q vai ser.Unha experiencia máis,asi seguro q a prox vez q teñas boi de fin de ano, non o tomas, weno, ou si, todo de pende d cmo se mire, cmo o anuncio de frenadol.
X se non cho dixeron xa suficiente, feliz ano.
(e perdon x chamart a esas horas tan intempestivas)

Anónimo dijo...

¿Es que el gallego se ha converido en lengua de comentarios y no me he dado cuenta?
Estoy fuera de onda, tío.
Vete a Nueva York. Y cómprate un ipod, para que dentro de 100 años tus nietos lo descubran y sea una cosa tipo cápsula del tiempo de Warhol.