Es Jueves, día 22. La mañana transcurre mortecina y muy húmeda. El tráfico por la Florida se entremezcla con la tierra mojada y triste de las obras en la carretera. Algunos obreros intrépidos se refugian en un poncho amarillo mientras van aquí y allá avanzando lentamente el trabajo, rodeados de asfalto hecho trizas y vallas protectoras rojas y blancas.
Los exámenes comienzan el día 26. Esa es la realidad. Ni antes, ni después. Hoy me he levantado más bien tarde, me he duchado y he desayunado con calma, casi con desgana. El tiempo se ralentizó y yo lo dejé fluir a su ritmo. Ahora, a las diez y media, escribo una entrada del blog. Se avecinan tres exámenes y medio, tres problemas y medio. La situación se complica por momentos... ¡Que no panda el cúnico! Me tomo la mañana sabática, para leer, para calmarme, para relajar el cuerpo y la mente. Ante el desastre es mejor estar preparado y dispuesto que frustrado y débil.
Se me acumula el trabajo cultural. Libros, películas y discos se me amontonan en una pila de tareas pendientes que cada día es más grande. Cada vez me cuesta más encontrar la forma de corresponder con mis deberes vocacionales. Y con mis deberes no negociables, peor.
El futuro pinta negro, que fue el color que me quedó para elegir por haber llegado el último. No pasa nada, algunas de las fotografías más bonitas se han hecho en blanco y negro. ¿Seré un buen fotógrafo?
Y sigue lloviendo a los dos lados de la ventana.
Los exámenes comienzan el día 26. Esa es la realidad. Ni antes, ni después. Hoy me he levantado más bien tarde, me he duchado y he desayunado con calma, casi con desgana. El tiempo se ralentizó y yo lo dejé fluir a su ritmo. Ahora, a las diez y media, escribo una entrada del blog. Se avecinan tres exámenes y medio, tres problemas y medio. La situación se complica por momentos... ¡Que no panda el cúnico! Me tomo la mañana sabática, para leer, para calmarme, para relajar el cuerpo y la mente. Ante el desastre es mejor estar preparado y dispuesto que frustrado y débil.
Se me acumula el trabajo cultural. Libros, películas y discos se me amontonan en una pila de tareas pendientes que cada día es más grande. Cada vez me cuesta más encontrar la forma de corresponder con mis deberes vocacionales. Y con mis deberes no negociables, peor.
El futuro pinta negro, que fue el color que me quedó para elegir por haber llegado el último. No pasa nada, algunas de las fotografías más bonitas se han hecho en blanco y negro. ¿Seré un buen fotógrafo?
Y sigue lloviendo a los dos lados de la ventana.